This story was published in English on February 7, 2025.
¡Cómo podríamos olvidar la pandemia del SARS-CoV-2!, ¿verdad? Hoy en día forma parte de nuestra historia, y es un suceso que debemos compartir con la próxima generación.
Se conocen cientos de cepas del SARS-CoV que infectan a diferentes especies no humanas. Los sarbecovirus se consideran un subgénero zoonósico de los coronavirus que acumulan un notorio historial de diseminación de animales a humanos y constituyen una amenaza continua para la salud pública.
Los sarbecovirus penetran en las células anfitrionas al unirse al receptor ACE2 a través del dominio de unión al receptor (RBD, por sus siglas en inglés) de su proteína espícula. Una vez infectado, nuestro sistema inmunitario reconoce el RBD y genera anticuerpos, conocidos como epítopos, que se unen a las secuencias dentro del RBD impidiendo la entrada del virus y evitando la infección; sin embargo, el problema, es que el RBD es muy adaptable y puede mutar para evadir a estos anticuerpos, lo que disminuye la eficacia de los tratamientos basados en anticuerpos.
“Los anticuerpos contra el SARS-CoV-2 han desempeñado un papel importante a la hora de mitigar la duración y la gravedad de la enfermedad”, afirmó la Dra. Feli Ruiz, antigua estudiante de posgrado del laboratorio de la Dra. Julie Overbaugh, profesora titular de la División de Biología Humana de Fred Hutch, y ahora becaria posdoctoral del laboratorio del Dr. Neil King de la Universidad de Washington.
“La evolución antigénica del SARS-CoV-2 ha disminuido tanto la eficacia de los tratamientos que se basan en anticuerpos como la respuesta provocada por estos. Dado que el SARS-CoV-2 sigue evolucionando y que hay numerosas cepas de coronavirus similares al SARS (sarbecovirus) que están circulando en reservorios animales con un potencial de propagación a los humanos, es importante estudiar anticuerpos que sean fuertes frente a esta evolución”, añadió Ruiz.
En un estudio reciente dirigido por la Dra. Ruiz, el equipo identificó anticuerpos de reacción cruzada capaces de reconocer el SARS-CoV-1, el SARS-CoV-2 y otros sarbecovirus. “Aislar e identificar anticuerpos monoclonales (mAbs) nos permite reconocer regiones conservadas no sólo en las variantes del SARS-CoV-2, sino también en los sarbecovirus que se encuentran en reservorios animales. Esto podría fundamentar la creación de tratamientos con anticuerpos de amplio espectro como preparación ante una pandemia”, explicó Ruiz, y sus hallazgos se publicaron en la revista médica PLOS Pathogens.